lunes, agosto 17, 2009

La solidaridad

Mes de la solidaridad:

Uno de los rasgos de la Espiritualidad Marista, “Valor de la solidaridad y servicio”.

El profeta Ezequiel pone en boca del Señor estas palabras: “Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vosotros el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”. Enfrentados a la inevitable rutina de cada día, ¿quién de nosotros no desea poder volver a empezar, disfrutar de una segunda oportunidad, sentir dentro los latidos de un nuevo corazón?

Pero esos anhelos se nos escapan de las manos con harta frecuencia. A unos, por miedo: miedo al cambio, miedo a lo desconocido, miedo de todo lo que sea distinto a lo que nos resulta familiar. Otros dirán que, simplemente, les falta decisión para atreverse a comenzar de nuevo. Sabemos que nuestra buena disposición a emprender este proceso puede quedar desbaratada, ya sea a causa de nuestros recelos y el acomodo de la costumbre, o bien por las cosas que acontecen en torno nuestro, o la influencia ambiental de los lugares en que nos encontramos.

El lema capitular Corazones nuevos para un mundo nuevo nos indica dónde, en última instancia, recaen las responsabilidades. No podemos ayudar a transformar los corazones de los demás si primero no ha cambiado el nuestro. También es cierto que, para que se obre la transformación en el gran grupo, el cambio personal de corazón debe trascender el ámbito de lo individual. Pero, como no empecemos por nosotros mismos, pocas posibilidades habrá de que el cambio se realice finalmente.

La solidaridad, en los últimos años, viene ganando terreno aceleradamente en el campo de la misión marista. En la conciencia del marista de hoy, hermano o seglar, la solidaridad es una dimensión irrenunciable, necesariamente transversal a todos nuestros proyectos. Es un compromiso de la educación marista para que el Reino de como realidad que aún está por venir, se anticipe ya en el presente. De todo lo que podríamos decir, optamos por la definición de Juan Pablo II : “La solidaridad no es un sentimiento superficial y vago por los males que sufren tantas personas cercanas y lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de trabajar por el bien común, es decir, por el bien de todos y cada uno, porque todos somos de verdad responsables de todos”. (Sollicitudo Rei Socialis)

En el caso particular de nuestra gran Familia Marista, hoy – recordando la escena del joven moribundo Juan Bautista Montagne con Marcelino Champagnat y lo que este acontecimiento suscitó en nuestro Fundador, - decimos profundamente convencidos: “Hemos nacido de una experiencia de solidaridad”. Y esto nos moviliza a buscar en nuestro tiempo y en nuestra realidad a los Montagne que esperan nuestra dedicación. La solidaridad marista se nutre de una espiritualidad que sabe encontrarse con Dios en los rostros humanos de Jesucristo. Cultivarla enriquece a las personas mismas y transforma sus gestos solidarios en vehículos del amor de Dios. Frente a los mensajes que exaltan el individualismo, la competencia y la autorreferencia, este valor educativo pone a la persona en disposición de entrega y de colaboración con los otros. Implica el desarrollo de una doble sensibilidad, por una parte, atender a los llamados y requerimientos que vienen desde fuera de la comunidad escolar y que dan cuenta de la vida y del mundo en el que está inserto el centro educativo y que evitan el encierro en la propia realidad. Y por otra parte, busca, conoce y atiende efectivamente las necesidades que se presentan en el propio interior del colegio. Y ello lo hace con creatividad y, audacia al emplear los medios y recursos de que dispone.


En nuestra acción educativa procuramos...

· Promover las experiencias de solidaridad y justicia en el compartir cotidiano en la sala de clases.
· Estar atento a los compañeros que se ausentan por enfermedad, viajes, etc. Con el fin de facilitar materias y orientar en las tareas.
· Promover y desarrollar los trabajos en grupo.
· Formar a los jóvenes en la solidaridad y para el voluntariado social.
· Promover experiencias que permitan al alumno el conocimiento de nuestra realidad social.
· Ofrecer instancias de reflexión y de compromiso con la justicia mediante actividades dentro de tutoría y de cultura religiosa.
· Ofrecer propuestas concretas de ayuda a los más necesitados, orientadas a valorar a las personas, superando actitudes paternalistas.
· Integrar a los padres y apoderados en las experiencias de solidaridad de los respectivos cursos para acompañar a sus hijos en su proceso de formación.
· Involucrar a los profesores del colegio en el proceso de formación experiencial de los alumnos en la solidaridad.
· Celebrar acontecimientos que propician experiencias solidarias ( Semana Santa, Semana Marista , Mes de María, P.14 etc.)

Trabajo en grupos

¿En qué crees que se debería notar que el valor de la Solidaridad y el Servicio entre los niños y jóvenes es una de las características que define la identidad de nuestra comunidad educativa?

¿Dónde encuentras la Solidaridad y el servicio más fácilmente?

¿Qué cambios debemos hacer para tener un mundo mejor?¿ Por donde empezar? ¿Quiénes son los llamados al cambio?

En que etapa estamos como curso en el proyecto de Solidaridad.


¿Qué tarea nos encarga Marcelino hoy?